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POTENCIEMOS LOS ACTOS DE BUENA VOLUNTAD |
El dulzor frenético que produce en los hermanos la cercanía de unas elecciones agita la vida de nuestra Corporación otorgándole un frenético impulso de compromiso, nuevas ideas y unas desenfrenadas ganas de colaborar. Pero también, desgraciadamente, nos vemos inmersos en una vorágine de enfrentamientos personalizados que, como antes quedó puntualizado, terminan circunscribiéndose a un pequeño grupo de hermanos, esos que vivimos durante todo el año el sueño de los Gitanos y que es, para bien o para mal, el que sigue siendo santo y seña de nuestras vidas. El resto, pues ya sabemos.... el azucarillo.
Nuestra Hermandad, como la propia vida de la ciudad, ha evolucionado. Tanto en el plano social como en el cultural, hemos conseguido dar un salto de calidad y ello conlleva que la diversidad de opiniones y la pluralidad de una visión objetiva produzca divisiones que, desde un punto de vista genérico puedan llegar a desestabilizar en el plano institucional lo que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir.
Estos últimos 5 meses, por parte de ese 48,85 % del electorado que no conseguimos refrendo para dar un cambio de timón a la manera de interpretar la gestión de la Corporación, hemos intentado dejar trabajar a la Junta de Oficiales electa, en la seguridad que la gran división en los criterios y opiniones registrados en los plebiscitos electorales servirían para algo. Pero no ha sido así desgraciadamente. No han servido para nada.
Los actos de buena voluntad, que a nuestro criterio, un grupo de hermanos hemos ido depositando en las manos de los responsables de llevar las riendas de la Corporación nos han arrojado a una calle sin salida de la que cada vez nos va a costar más trabajo escapar.
No se encuentran soluciones para justificar las partidas económicas que siguen en tela de juicio y que desde la propia autoridad eclesiástica les ha sido requerida oficialmente. De nada ha servido el tender la mano a los "servidores" de nuestra Hermandad con intentos de soluciones económicas que nos posibiliten enderezar un rumbo cada vez más negro con soluciones, que aunque a veces sean antipopulares, las propias circunstancias no nos ofrezcan más margen de maniobra. Aun a sabiendas que intentan realizar trabajos y nuevas ideas, y de echo lo intentan, en el día a día, es evidente la falta de criterio para priorizar lo que es importante y lo que estríctamente imprescindible, sacando proyectos a la luz, con más visos de golpes de efecto que buscan la palmadita en la espalda que, a dar solución a situaciones que puedan llegar a no tener arreglo cuando con el tiempo den la cara.
Parece ser que no somos aptos para participar entre los elegidos para la Junta Económica y se ha obviado cualquier tipo de acción en la recientemente estrenada, el pasado 25 de Mayo, Ley de Protección de Datos, la cual, nos podría conllevar a sanciones que oscilan desde entre los 300.001 € a los 600.000 €.
Los despropósitos se consuman, aunque seguramente los focos de un Festival Flamenco con un escenario de Velá de Distrito y la proliferación en la venta de pomadas anti-mosquitos proyectarán una imagen de esfuerzo y dedicación de la que algunos, al menos, la ponemos en cuarentena.
Algo habrá que hacer si es que realmente queremos hacer algo, ya que todo es soportable hasta que llegue el divorcio. Y la mayor parte de los divorcios no se producen cuando muere el amor, sino cuando no suena la olla y las facturas se acumulan.
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