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PENITENCIA AL REAL |
Cuanta diferencias se reflejan en tan solo quince días y, a su vez que cantidad de similitudes entre nuestro amor por los capirotes y los farolillos. Vedlo de esta manera, veréis como podréis entenderlo.
Nuestro punto de partida da comienzo hace varios días cuando recibimos el boletín para confirmar la papeleta de sito. Este estaba disfrazado de whatsapp, y en él éramos citados a las dos y media (a qué hora iba a ser) en nuestro templo de telas, gracia y flores de papel levantado en el Real.
Tras la confirmación por nuestra parte de esa papeleta, de reafirmarnos que un año más se puede contar con nosotros y, quiera Dios que por muchos más, esperamos el día con ansias y cierto nerviosismo, deseando que llegue la hora y que los convocados a la cofradía de la alegría y el disfrute se encuentren con nosotros y que no nos falte nadie.
En casa, cuando llega llega la hora, preparamos ese peculiar hábito, para presentarnos ante nuestros iguales respetando nuestras sevillanas maneras y marcando los límites de que ante el Real de la Feria se presentan los hermanos de los Gitanos.
Una camisa blanca como nuestra túnica, esa corbata elegante colocada al cuello como semanas antes colocamos la medalla, una chaqueta cariñosamente planchada por las impagables manos de una esposa o de una madre imitando el garbo de nuestra capa, zapatos cómodos y limpios como la patena, aún a sabiendas que a su vuelta serán patentes las huellas del cansancio acumulado sustituyendo gotas de cera roja o blanca por el amarillo albero, y para poner nuestro sello un pañuelo de solapa bien colocado con gracia y donaire, marcando nuestra esencia como los escudos de pecho y de capa que ya se encuentran descansando en la oscuridad de una maleta en lo más alto de un armario, inamovible hasta la próxima Cuaresma.
Llegaremos a la hora acordada por el camino más corto ya que las ansias aprietan y, flanquearemos la portada para entrar en el templo de la alegría, para con prontitud acercarnos al sitio asignado en la cofradía de la gracia y donde nada más llegar iremos brindando y recibiendo besos y abrazos provocados por la alegría del reencuentro con los nuestros.
Costaleros, nazarenos, mantillas, acólitos, músicos, miembros de junta, devotos, todos, todos, absolutamente todos......dos semanas después, volvemos a poner en marcha nuestra procesión, nuestra sevillanía, el proceder de los miembros de mi Hermandad y la satisfacción de ser partícipe de ella.
Cada uno llevará la "penitencia" como su ser le de a entender, disfrutándola, compartiéndola y sobre llevándola como cofrades del arte y las esencias de la Tierra de María Santísima.
Hoy me siento molido, la edad no perdona, pero le sigo pidiendo a nuestro Dios y a su bendita Madre, que el año que viene me vuelva a permitir disfrutar de mis dos "Estaciones de Penitencia", la de cuaresma y la de quince días después, y que, si Ellos lo deciden así, esta pueda disfrutarla con mis hermanos de Los Gitanos.
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