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JOSÉ MANZANO JIMÉNEZ |
Como esa bola del árbol de navidad, la misma que nos ha sido familiar en tiempos de adviento y que hemos colocado en su sitio durante toda la vida, esa que desde nuestra lejana infancia, que desde nuestra nostálgica adolescencia, desde siempre, tenía su sitio asignado en un lugar de honor y que por un fatídico descuido de la vida ha conseguido dejar nuestras navidades vacías y huérfanas de esencias desprendiéndose inexplicablemente de la rama donde se apostaba siempre orgullosa.
Igual que esa bola del árbol, con tu partida, Pepe, con tus repentinas prisas por ver el rostro al Señor esperándote a las puertas de la Gloria y luciendo las bordadas galas que con tanto amor procuraste que les fuesen confeccionadas por los mejores artesanos bordadores de nuestras bendita tierra, con esa indescriptible necesidad que te ha invadido por poder mirar a los ojos de la batita morena de la dulce mirada en una recoleta callejuela de los cielos, ya destocado de tu morado antifaz y luciendo tu amable sonrisa, has conseguido realizar el más doloroso de los trueques, cambiando tus prisas por una gran pesadumbre en el seno de tu familia y en tu Hermandad.
Ahora nos llevas ventaja, tú los conocerás antes que todos los que te queremos, y les expondrás con tus argumentos cómo concederse el perdón entre hermanos, de cómo dialogar defendiendo criterios opuestos sin odios ni rencores, de cómo discutir acabando con un abrazo entre cervecitas y buenas intenciones. También podrás hablarles de tus gentes de la Hermandad de Los Gitanos disimulando nuestros defectos y sobre exponiendo nuestras cosillas buenas, que también las tenemos, para que cuando nos toque nuevamente ser vecinos, encontrarnos los caminos con menos baches.
Le explicarás al Señor el por qué de su caminar con un lento compás y a su madre la mesura de una amorosa "mecía"con sones de nanas. Les contarás que gitanos y no gitanos convivimos bajo un mismo techo como una familia, discutiendo y abrazándonos, pero sin permitir que nadie ajeno a nuestras creencias falte a lo enseñado por nuestros mayores. Les podrás descubrir que cada vez somos más numerosos los hermanos que los queremos y que a través de sus enseñanzas tratamos de seguirlos.......
Y ellos te escucharán serenos y orgullosos, y creerán a pié juntillas todos tus relatos y anécdotas, en la seguridad que una buena persona, un buen cristiano confeso y un digno gitano le trae las buenas nuevas desde su casa de la Puerta Osario.
Nosotros, Pepe, te lloraremos y te echaremos de menos, y hablaremos de tí en tiempo presente porque tu recuerdo seguirá entre nosotros, y nos faltarán tus intervenciones en los Cabildos y, las hojas en blanco de futuras actas preguntarán por tu nombre.
Hoy nos sentimos desconsolados por tu partida inesperada, pero ten la seguridad que en cualquiera de los brillos de esos hilos de oro, de los nudos de su maravilloso cíngulo, de los magníficos bordados de la nueva túnica de Nuestro Padre Jesús de la Salud de la Hermandad de Los Gitanos, tus amigos, tus hermanos de Hermandad y todos los que te queríamos podremos siempre descubrir tu ADN y saborear la esencia de nuestro hermano Pepe Manzano.
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