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CONSECUENTE Y CONSECUENCIAS |
Hemos de reconocer que en cualquier circunstancia el evento anunciado debería ser motivo de orgullo y satisfacción, como diría nuestro monarca emérito, y una manifestación de dicha por avanzar un pasito más en el caminar de esta Institución que encamina sus pasos a las proximidades de su tercer centenario. Con todo lo expuesto, creo que nuestros predecesores no lo han hecho del todo mal, convirtiendo una idea parida en un antiguo arrabal de la ciudad en una de las hermandades más singulares de nuestra Semana Mayor.
Cuando nada tenemos, cualquier pequeño progreso nos parece un mundo, Los pequeños pasitos que se van dando nos proporcionan una felicidad que solo la sabe apreciar el que nunca ha tenido nada. Los pasos se dan con seguridad y sin ambiciones desmedidas, mirándonos hacia dentro y sin alardes de grandezas. Aceitunitas comidas, huesos fuera.
El problema comienza al constatar que cuando arriesgamos poco de lo poco que disponemos, los errores no nos perjudicarán en demasía. Pero cuando arriesgamos mucho basado en la disponibilidad de medios, si nos fallan los medios o las ideas, las consecuencias pudieran ser irremediables.
Somos una hermandad importante por nuestro tirón popular, nuestra proyección devocional y la singularidad de nuestra esencia. Pero económicamente me caben mis dudas de la importancia que realmente tenemos para la realización de proyectos de nueva creación y nuestra disponibilidad de hacerles frente.
Esta Corporación ha pasado de las trágicas necesidades de la posguerra donde nos contentábamos con una progresión lenta pero segura, a pasar a que cualquier idea, por muy descabellada que fuese, se le daba vida con la inestimable ayuda de una benefactora que ya solo vive en nuestro recuerdo.
No estamos acostumbrados a pagar derramas. Realmente no estamos acostumbrados ni a pagar la cuotas ordinarias, a pesar de que estamos entre las diez hermandades más económicas de la nómina de nuestra Semana de Pasión. Ejemplo claro lo tenemos que en la cuota extra que se acordó para cubrir parte de los gastos de la Coronación Canónica de nuestra Santísima Virgen fue un auténtico desmán, dado lo cual, no hubo más remedio que condonársela a más del 70 % de la nómina de hermanos de aquel año 1988.
Para estar en la élite tenemos que tener que actuar como élite. Y no solo en la Estación de Penitencia, sino en los 364 días restantes del año. Hemos de hacernos cargo cada uno de los hermanos de la Corporación de cada una de las responsabilidades económicas que nos corresponden, ya que con el cariño y la antigüedad o las raíces familiares no se hacen frente a las facturas.
Estamos de acuerdo, como base de lo que debiera ser una hermandad, que la caridad es uno de los baluartes de lo que debiera ser nuestra forma de proceder. Pero la caridad bien entendida empieza por uno mismo y, si todos desatendemos nuestras responsabilidades económicas no podremos potenciar ni la caridad ni tampoco hacer frente a los gastos de la Corporación.
La profesionalización de las diferentes áreas de la Corporación se están haciendo imprescindible en los tiempos que vivimos y sobre todo la faceta que afecta a la tesorería. Esta tiene que desenvolverse a través de profesionales que sepan de números a cortos y largos plazos, de gestiones solventes y de visión económica de futuro, manteniendo criterios de una flexible rectitud en hacer comprender a los hermanos que las responsabilidades económicas de cada uno son de cada uno.
Sería importante que nuestros dirigentes tomasen conciencia de lo antes mencionado y se tomaran las medidas correctivas que necesariamente hubiesen que tomar, ya que en tiempos anteriores disponíamos de un corazón generoso que residía en el Palacio de las Dueñas y nos sacaba de imprevistos o desmanes económico, pero ahora, el banco con el que mantenemos esa hipoteca que nos condiciona durante 25 años no tiene corazón.
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