miércoles, 21 de noviembre de 2018

LOS DETALLES SON IMPORTANTES

EL PROTOCOLO HAY QUE MIMARLO
El día de ayer tuvo unas connotaciones especiales para la vida cofrade de la ciudad, ya que en una radiante mañana de este incipiente otoño ha sido Coronada Canónicamente la Madre de la Victoria de la querida Hermandad de Columna y Azotes o, como cariñosamente es conocida en la ciudad, la de las Cigarreras.

Con la décimo novena Coronación Mariana de una Titular de penitencia, ponemos en valor la infinita devoción a la Santísima Virgen que profesa el pueblo sevillano, dando realce a uno de los emblemas de nuestro escudo heráldico al que le otorgamos, los nacidos y adoptados en esta tierra, un valor superlativo y que reza como de "Muy Mariana ciudad de Sevilla".
Como era de esperar de una Corporación con tanta enjundia, tanta historia y tanta devoción popular, todos los actos articulados por su Junta de Gobierno, e impulsados por el corazón de los hermanos que forman parte de ella han sido de una excepcional magnitud, destacando de un modo especial la Solemne Eucaristía ofrecida por el Sr. Arzobispo de la Diócesis y la impresionante Coral de Jesús Despojado dirigida por Manuel Negrete dando resplandor a todas las intervenciones de la Santa Misa, consiguiendo un realce y una altura tan singular que, por momentos, parecía que éramos trasladados de la majestuosidad de las bóvedas de nuestra portentosa Catedral a la propia Capilla Sixtina de la Catedral de San Pedro.

Como marca el protocolo,  agradecidos por la invitación y gozosos por la participación en el acto, la Hermandad de Los Gitanos asistió a la Solemne Misa de Coronación y a la gloriosa procesión oficial que se realizó desde Santa María de la Sede hasta las puertas de nuestro Consistorio, donde la portentosa Imagen de la nueva Virgen, ya Coronada Canónicamente, fue recibida por los mandatarios civiles de nuestra localidad.

Todo a la perfección, como Sevilla sabe hacerlo, pero...

Hemos de cuidar los detalle por parte de los asistentes que nos representan en eventos de tanto calado, ya que con ello, se expone la imagen pública de una Hermandad que camina hacia su tercer centenario de vida y la totalidad de una nómina de casi 7.000 hermanos que nos vemos reflejados en esas cuatro varas y ese estandarte que nos identifican a todos.

Creo que el protocolo en estos actos debe de ser intachable ya que estamos expuestos a la observancia y comentarios de todos los asistentes a dichos eventos y a la crítica de una representación pública que puede crear unas opiniones sobre las actuaciones de la Hermandad de Los Gitanos que podrían llevar al equívoco.

Cuando se va a pasar un día de campo le damos uso a unos vaqueros y una camisa desenfadada. Cuando vamos ha hacer deporte utilizamos el chándal y el calzado deportivo, pero cuando proyectamos con nuestra imagen la representación de algo tan importante como nuestra Corporación en un evento señalado en rojo en el calendario cofrade de la ciudad hay que asistir con el empaque y la sobriedad que requiere el acto.

El traje oscuro, la incómoda corbata o un discreto vestido apropiado en el atuendo no se utilizan por gusto, se utilizan porque asidos a ese estandarte y esas cuatro varas va expuesta la sensibilidad de muchos hermanos que nos gusta sentirnos representados adecuadamente y no como preparados para recoger a los niños del colegio o recién salidos de casa de camino a una ordinaria jornada de trabajo en la oficina. No solo es importante calarse una medalla con un cordón de dos colores que nos identifique como Oficiales de Junta, el resto de la indumentaria también nos identifica y nos señala.

La mujer del Cesar no solo tiene que serlo sino también parecerlo y la capacidad de ostentar la representación de una Institución de tanta importancia como la Hermandad de Los Gitanos hemos de cuidarla hasta límites insospechados, intentando no ofrecer argumentos que deterioren la imagen de la misma o dando la sensación de una falta de preparación protocolaria como hemos dejado entrever en este último acto al que hemos asistido.

Quizás no todo sea imprescindible, pero sí que nuestra imagen es debería ser lo suficientemente importante, y tendríamos que cuidarla con total celo en todo momento por el bien de nuestra Hermandad y de las personas, que incluídos en su nóminas, tenemos la necesidad de sentirnos orgullos en todo momento de quienes sobre ellos llevan la responsabilidad de representarnos.

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