UN COSTAL PARA LA GLORIA

DESCANSA EN PAZ COSTALERO

Hoy es un día feliz en la Puerta Osario que el Señor de la Salud ha edificado en la Gloria. Lo creó un día en el que quiso imitar al buen Dios en una jornada de trabajo, demostrando con su creación, que había aprendido el oficio a la perfección, igual que en su vida entre todos nosotros aprendió el oficio de su padre terrenal, convirtiendo el arte de la carpintería en la labor de un Dios.

En esa Puerta Osario de allá arriba, los ángeles disfrutan continuamente de una eterna "madrugá" ya que los hermanos de los Gitanos tienen en ella su papeleta de sitio eterna y al llegar al Santuario de los Cielos se encuentran inscritos en sus cuadrantes divinos.

Esta madrugada, a los umbrales de ese Santuario, ha llegado un compañero de la cuadrilla de costaleros del Señor de Los Gitanos.

Esta madrugada, nuestro hermano Domingo Anarte Montero, se volvió a vestir con el negro de su sudadera, se ató bien las zapatillas y con un costal bien planchado bajo su brazo, partió de este mundo, por el camino más corto como mandan nuestras reglas, y fué a buscar su nombre en esos cuadrantes que todos los que amamos a nuestra Hermandad deseamos aspirar a encontrarnos.

A su llegada, lo esperaba un Mayordomo que le era familiar y que tan solo llevaba algo más de un mes en ese cargo celestial para darle su papeleta de sitio, y que tras comprobar si se encontraba al día, quedó meridianamente demostrado que en su estancia entre nosotros siempre había satisfecho, y con creces, todas sus deudas, no dejando nada pendiente.

Su puesto estaba más que asignado, primera de Cristo de la cuadrilla alta, le daba igual el sitio, su talante altruista no le restaba emoción al momento, ya que nunca codició un zanco, ni escuchar su nombre por la voz del capataz, ni nada que tan solo fuese ser los pies del moreno de su alma.

Cuando hoy se ha visto igualado en las trabajaderas de la Gloria y al mirar a su lado echando de menos a su hermano Peri en el zanco derecho, se ha visto rodeado de leyendas de la arpillera, como el Foski, Fernandito Morrondo o Antonio Recio El Torta y en una cómplice mirada entre los tallados relieves de un divino respiradero pudo divisar la sonrisa del Quiqui y el semblante gitano de Antonio López prestos a llamar al trabajo teniéndose que dar cuenta en ese momento que ya es uno de los elegidos del legado costalero de las mejores cuadrillas flamencas.

Los que aquí lo lloramos sin llegar a comprender el por qué de su partida, el dolor de su familia  por la falta de su presencia y el desconsuelo de sus amigos por una pérdida irreparable, solo la podremos sobrellevar teniendo el convencimiento que desde estos momentos, habrás encontrado la tranquilidad de poder disfrutar del Divino Rostro Moreno de la fe que atesorabas en tus entrañas y de haber entrado en nuestra historia como uno de los hombres grandes del costal de tu Hermandad de Los Gitanos.

Descansa en paz costalero.