domingo, 19 de abril de 2020

VA SIENDO HORA DE TRABAJAR

Ha pasado una semana desde que el Señor Resucitado y su bendita Madre de la Aurora tendrían que haber dejado en las calles de la ciudad su espectacular impronta, para devolvernos a los cofrades sevillanos, a ese largo letargo que se instaura en nuestras almas, desde la finalización de la Semana Mayor hasta los umbrales de una nueva Cuaresma.

No ha sido una Semana Santa como la que todos teníamos proyectada. Las habituales expectativas con las que todos soñábamos, este año, nos las han esquilmado de sus ubicaciones habituales, todas esas que, desde nuestra más tierna infancia, custodiamos en nuestros cajones de la memoria y que han conseguido dejarnos en un indefinible fuera de juego cuando alguien o algo nos las ha transformado sin aviso previo.

Las benditas estrecheces de nuestras bullas fueron sustituidas por distanciamientos en las tupidas colas de comercios de primera necesidad, el anonimato que nos aportó durante siglos el uso de un antifaz fue suplantado por una mascarilla, o las sillas de la tan criticada Carrera Oficial, han sido desbancadas por el sofá o los sillones de nuestro salón comedor. Toda una catarata de novedades para la que los hijos de esta ciudad, no estábamos preparados para poder digerir.

Las verdaderas penitencias han conseguido conquistar e instaurarse como en su hábitat natural los pasillos y las habitaciones de nuestros hospitales, y la auténtica crudeza de la pasión, en esta ocasión, se ha arraigado en la soledad de todos esos seres que han oído la llamada del Padre Eterno y que se han visto obligados a partir a la otra vida, ante la desesperación de sus familiares y amigos, en la más íntima de las soledades.

Esta Semana Santa marcará un antes y un después en nuestras vidas, ya que este año, hemos tenido la ocasión de descubrir lo felices que éramos con las Semanas Santas de años anteriores, a pesar de las lluvias, de las precariedades económicas y de muchos más condicionantes de los que absurdamente nos hemos ido quejado, y que han sido minimizados por la única cosa que realmente no depende de nosotros....LA SALUD.

Pero una vez pasadas esas tan denostadas fechas, y por supuesto, sin escatimar ni un ápice la atención que le debemos seguir prestando a la maldita pandemia y al reconocimiento por la inestimable colaboración que nuestras Hermandades están demostrando con los más desfavorecidos a causa de la misma, estamos absolutamente obligados empezar a trabajar en todo lo que se va quedando atrás, año tras año, por falta de tiempo, desde todas esas instituciones habilitadas con el poder de tomar las decisiones necesarias.

Ahora, desgraciadamente nos sobra el tiempo. Hemos tenido todo el del mundo para cocinar y limpiar a fondo nuestros hogares, para aburridos juegos con los rollos de papel higiénico, para ver películas y series de televisión o para dar lectura a esos libros que se encontraba en nuestras estanterías con el celofán abrazado aún a sus tapas.

Queremos suponer que los dirigentes de nuestras Hermandades y sobre todo, los responsables de nuestro Consejo de Cofradías, en su obligado confinamiento, también tendrán algún instante que otro para ponerse manos a la obra y dar soluciones (por favor... ¡más ideas no!... soluciones) a todos los asuntos, que al respecto, han venido quedándose en el olvido, no solo de cursos cofrades anteriores, sino de Juntas de Gobiernos o Consejos de Cofradías que se nos pierden en la memoria.

Somos conscientes que los artículos que se han ido publicando en este blog últimamente han tenido un carácter más sentimental que crítico, incluso es posible que a nuestros amables lectores les hayan resultado algo "suavecitos", (por llamarlo de algún modo) pero, en honor a la verdad, los criterios de redacción con los que nos hemos conducido en este mes y medio estimamos que eran los más acordes con las situaciones que se han ido desencadenando a nivel mundial, en el plano de nuestra propia ciudad, y sobre todo, en el área de nuestras Hermandades y Cofradías.

Con los sentimientos a flor de piel, la inquietud por la inestabilidad laboral, la preocupación sanitaria y el dolor por la pérdida de una Semana Santa sumamente arraigada en lo más profundo de nuestras almas, era merecedora de, al menos, hacer uso de ese tono más liviano, obviando con un total criterio de conciencia, la situación del momento.

A partir de este instante, nosotros también retomaremos ese carácter crítico con la que vió la luz esta publicación, solicitando aclaraciones y respuestas de todo lo que, en un pendiente más prolongado de lo aceptable, se haya ido dejando en tierra de nadie.

Nuestro primer artículo de opinión que se está preparando para la semana entrante tratará de una exposición sobre la decisión a tomar con los importes de las silla de la fallida Carrera Oficial 2020, en el reflexionaremos sobre la total distracción de las responsabilidades que es necesario tomar por parte de los responsables de las mismas.

Esperemos que este suscite una inquietud tal que este tema no se quede, como tantos otros, aparcados en el olvido.


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