miércoles, 2 de octubre de 2019

EL LLANTO DE TRES CLAVELES

EL LLANTO DE TRES CLAVELES
Ayer se abrieron las puertas de la Gloria para dar entrada a esos tres claveles que fueron marcando nuestro camino durante mucho tiempo. Tres claveles que siempre tuvieron un destino, tres claveles que estaban impregnados del recuerdo, el dolor y la esperanza, tres claveles que florecían anualmente del tronco dorado de la Cruz de Guía de la Hermandad de Los Gitanos y que tras acumular el cansancio de una pesada Estación de Penitencia terminaban dormitando junto al amor verdadero que seguía latente y vivo por una esposa con la que ya habrá podido reencontrarse.

Nuestro crucero, Francisco Gallardo, nuestro "tachuela", nos dejó en esta tierra su Cruz de Guía para que, aunque abrazada por otras manos, los hermanos de su cofradía puedan continuar siguiendo su estela en la eterna "madrugá", marcando la senda de esos capirotes morados con aromas flamencos.

Él se preparó a conciencia. Se colocó con la parsimonia de un maestro del toreo su impoluto traje negro, escrupulosamente limpio y bien planchado, un pañuelo del mismo color asomando arrogante por el bolsillo de su chaqueta y una capa española sobre sus hombros para completar esa estampa de los caballeros de otros tiempos que marcaban las esencias de antaño.

Antes de salir limpió los cristales de sus gafas para no perderse ni un solo detalle, cogió tres claveles con su mano derecha para con la izquierda encender el mejor de los puros habanos que guardaba para esta ocasión, desde que a saber en qué bautizo se lo regaló un padrino agradecido por contar con su presencia en un acontecimiento familiar.

Él se marchó ayer, y dejó a su espalda la estela del aroma de una etérea bocanada de humo de ese puro antes de tomar los senderos de la Gloria, de la misma manera que, como durante tantos y tantos años, fue dejando tras de sí, esa estela de blancas capas por las calles de una ciudad en la que a lomos en su inseparable bicicleta recorría a diario y a la que él adoraba.

No te guardamos rencor por dejarnos solos, y los que te conocíamos soportaremos esta orfandad por el amigo que partió, porque estamos seguros que cuando llegues a tu destino, tus amigos, tus hermanos de Los Gitanos y todos los que tomaron esa senda antes que tú se llevarán una gran alegría al volver a verte. En los salones de la Gloria, desde hoy no se podrán encontrar descosidos en los sillones que allí se encuentren, ya que, un tapicero acabado de llegar con aires de canela y porte flamenco jamás lo va a permitir.

Pero sobre todo, cuando todos esos sillones presenten una imagen de recién comprados, cuando el trabajo lo tengas acabado, seguro que te esperará esa esposa a la que hace tiempo que no veías y en la que pensabas a diario para darte el beso merecido por ser el compañero maravilloso que siempre fuistes.

Descansa en paz Paco, nosotros desde nuestro pesar, procuraremos que el brillo de nuestra Cruz de Guía siga anunciando, año tras año, que la Cofradía de tus amores mantiene en su memoria el significado de un atuendo negro, una capa sobre los hombros y tres gotas de sangre roja impregnada en tres claveles reventones que dejaron una estela de olor a flores recién cortadas mezclada con el sutil aroma de buen habano.

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