
En nuestra Hermandad de Los Gitanos, el acto de apertura tradicional es la Función de la Natividad de nuestra bendita Madre, jornada muy especial en el corazón de los hermanos y devotos, donde la cercanía entre
todos y hacia Ella nos marca el pistoletazo de salida del nuevo año.
Entramos sin remedio en el alma del mes de septiembre dando carpetazo a un verano que se no ha presentado igual de atípico que los meses anteriores desde que esta maldita pandemia se ha instaurado en el epicentro de nuestras vidas. Una vez guardados en el recuerdo retazos de vacaciones, de playas y de momentos de asueto, nos emplaza a los cofrades hacia un nuevo curso que, por especialmente distinto, nos crea la desazón lógica del recelo hacia lo desconocido.
La base fundamental de la hoja de ruta de este nuevo año tendrá que seguir basada en el apartado de caridad, ya que, los tiempos que nos han tocado vivir, hacen que la ayuda hacia los más desfavorecidos nos fijen la senda por la que debiéramos circular, redoblando los esfuerzos con los que, año tras año, hemos ido ejerciendo procurando no anteponer bajo ningún concepto esos esfuerzos tan humanos o tan cofrades que a veces consiguen desviarnos de lo sumamente imprescindible para equivocadamente fijar nuestras miradas en lo que solo se muestre necesario.
Pero en estas actuaciones a las que nuestras hermandades están obligadas a favorecer en lo posible, deberíamos enfocarlas con la suficiente lucidez, redireccionándolas hacia la aplicación de algunos filtros donde las necesidades altamente perentorias no quedasen difuminadas por otras acciones con una visión más catalogable como "medalleo capillita" fijando nuestras intenciones hacia soluciones prácticas y altamente necesarias.
Los primeros esfuerzos a redoblar han de ser los de la propia sensatez. Estamos obligados a utilizar un alto grado de sensibilidad para dar el mejor de los usos a los recursos de los que disponemos para aportar posibles soluciones a los problemas más acuciantes de nuestros semejantes, centrarnos en la valoración de las situaciones más críticas para poder anteponerlas a las alternativas que son de menor urgencia.
Las dificultades serán grandes y las críticas severas pero, dando un buen uso al sentido común que aporten las personas responsables seguro que, nuevamente, la Delegación de Bolsa de Caridad de la Hermandad de Los Gitanos conseguirá poner sobre la mesa las soluciones más dispares y satisfactorias, consiguiendo con ello dos cosas de suma importancia: regalar soluciones en momentos de necesidad para los más desfavorecidos y el orgullo incuestionable de todos los componentes de esta Corporación por la realización de un trabajo bien rematado.
Un curso cofrade nuevo, un periodo de tiempo rebozado en grandes dificultades, una etapa de depresión en las cofradías y en la propia sociedad, pero con todo ello, se presenta una gran oportunidad ante todos nosotros para que las Hermandades y Cofradías sevillanas, una vez más, vuelvan ser los baluartes del reparto del maná del siglo XXI que alivie en lo posible al pueblo de Dios.
Esperemos que con la benevolencia de nuestros Sagrados Titulares vaya remitiendo esta plaga en la que nos encontramos envueltos, y que nos otorgue la suficiente templanza y sabiduría como para poder llegar a dar soluciones a tantos y tantos prójimos que se encuentran pasando momentos acuciantes.
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