domingo, 6 de septiembre de 2020

SIEMPRE NOS QUEDARÁN LAS REDES SOCIALES

Un mal fin de semana para la redacción de este blog. Un desasosiego emocional por la pérdida de un buen amigo, de una excelente persona y de un magnífico hermano de la Corporación Gitana.

Un viernes nefasto con la triste noticia de su inesperada partida para llegar con la humildad que lo caracterizaba ante la presencia de los pilares de su propia fe y tan solo ataviado con un curriculum de vida repleto de amabilidades sinceras, sonrisas eternas y predisposición a facilitar la vida a sus semejantes.

Un sábado triste en el que, ante un frío féretro de madera, pedimos al Altísimo por el eterno descanso de su alma blanca para, momentos más tarde, acompañarlo en el último paseo con el que tendríamos la posibilidad de compartir un ratito con un gran hombre que, como era costumbre en él, se despedía de todos sin estridencias exageradas, sin perseguir situarse bajos la luz de los focos del protagonismo, sin hacer el más mínimo ruido.

Hoy domingo, intentando asimilar aún tan irreparable pérdida nos hemos encontrado en las diferentes redes sociales la cantidad de gente que lo tenía en la más alta estima, la avalancha de condolencias por su fallecimiento, los cientos de anécdotas y explicaciones como persona, como singular gitano, como hermano de túnica, como hombre de trabajadera o como calmante nocturno de la sed al finalizar una soberbia chicotá.

Todos lo querían de una manera especial, todos vivieron singulares e inigualables momentos apropiándose durante años del regalo de su amable sonrisa, todos se congratulaban de haber compartido con él esfuerzo y sudor bajo trabajaderas de aires flamencos o tintadas de azul y plata, todos habían calmado su sed en algún momento acercando la sequedad de unos labios tras una larga chicotá con el frescor de su agua reponedora ofrecida bajo los destellos de su jarrillo de lata, la cercanía de una mano amiga y el brillo de su limpia sonrisa.

Pero en esa calurosa mañana de ayer, preámbulo del mes de septiembre, en un día que parecía organizado por su eterna bondad utilizando una jornada de asueto, la de un sábado, para contrariar a los que lo conocían lo menos posible en su rutina laboral, dió su último paseo por las calles de esta ciudad que tanto amaba rodeado de familiares, vecinos y tres miembros de la hermandad de sus amores. Tres amigos que lo han querido siempre, tres miembros de la cuadrilla de sus sueños con los que compartió esfuerzos y fatigas, tres hermanos costaleros a los que calmó su sed con el agua de su cántaro e infundió fuerzas con sus alegres palabras y su sonrisa atrayente.

Las redes sociales se han volcado hoy con él y con todos sus recuerdos, pero su último paseo, ese que ya no tiene retorno, lo realizó orgulloso, sereno y seguro pero con bastantes menos amigos, hermanos y hombres del costal de lo que cualquiera podría esperar en su momento final hacia un ser humano de tal calibre.

Igual que el final de una de las grandes obras maestras del género cinematográfico consiguió hacer icono de una frase ("Siempre nos quedará París") en el ocaso de la vida de este gran hombre se nos viene a la memoria un epitafio paralelo: "COMO RECURSO SIEMPRE NOS QUEDARAN LAS REDES SOCIALES".

Descansa en paz hermano.

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