
La hermandad tiene un patrimonio excelso, cada vez más valioso, cada vez más caro, cada vez más imponente. Empezamos a proyectar esa misma envidia sana que pudieron llegar a sentir nuestros antecesores de décadas pasadas, cuando la Hermandad de Los Gitanos lo perdió casi todo y otras cofradías, por diferentes motivos o variados condicionantes conseguían remontar el vuelo.
Y quiero hacer hincapié en el matiz de que lo perdimos "casi todo", ya que, en aquellos años de penurias, jamás se perdió el patrimonio más importante de la Corporación, y ese era el espíritu de Hermandad. Conseguimos guardar a buen recaudo la sensibilidad para con los hermanos, perdimos mantos, enseres y las tallas de una Virgen y de un Cristo que eran auténticas obras de arte, pero jamás se nos perdió el ansia de ayuda a esos Cristos vivos que trabajaban y convivían por los corralones de Sánchez de Castro, Sol o Peñuelas, entre otros lugares significativos para todos nosotros.
Ya que los hermanos de los Gitanos no fuimos obsequiados por el Altísimo con el don de la inmortalidad, este, en su divina misericordia, si nos obsequió con la virtud de la memoria, aunque a veces, a la memoria, le damos un uso tan inadecuado que se nos podía caer la cara de vergüenza, unas veces la propia y en otras ocasiones la ajena.
Todo esto viene dado a que en la tarde de ayer, a las 20.45 horas de la tarde, en el Santuario de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de las Angustias Coronada (Los Gitanos), estaba programada la celebración de una Eucaristía ofrecida por el alma de nuestro hermano EDUARDO GONZÁLEZ LIÑÁN. Una misa debidamente solicitada, publicada (no por ningún medio oficial de la Hermandad), y puesta en conocimiento de su familiares más directos (señora e hijos/hijas) para que pudiesen asistir a la misma, y allí, en el seno de la casa de Dios y de la casa de todos, ofrecerle el respetuoso pésame y el posible consuelo de todos los hermanos y amigos por los que Eduardo, nuestro Camarada, era tan querido.
A él le sobraba el "Don" delante de su nombre, era un buen padre de familia, un buen esposo, un trabajador contrastado en el desempeño de sus labores profesionales, valorado y contrastado por jefes y compañeros, amigo de sus amigos y hombre de pocas palabras y muchos actos.
Un hermano más de Los Gitanos, como a él le gustaba definirse en su forma de actuar, siempre en segundo plano, sin ánimo de protagonismo morado y de corazón limpio. Además fué costalero del Señor de la Salud durante más de dos décadas, contraguía y segundo capataz del paso de Cristo en sus últimos años hasta que Dios lo determinó.
Un icono de la cuadrilla por buen costalero, por buen compañero y por excelente persona, querido por muchos y añorado por todos. O al menos, eso pensábamos hasta el día de ayer.
Porque desde ayer, a los amigos, hermanos, capataces y costaleros que asistimos a la misa referida se nos quedó el alma helada, cuando uno de los capilleres del Santuario tomó la palabra para anunciar por la megafonía, que por falta de sacerdote, no podía concelebrarse la Eucaristía y quedaba suspendida la Misa de Difuntos por su alma.
En la cara de los allí presentes, solo se reflejaba incredulidad, en los rostros de sus familiares directos desconcierto y, en el seno de la Hermandad, un monumental ridículo que costará años en superar. Ni un solo miembro de Junta de Gobierno en el acto religioso, en la misa del capataz de nuestro paso de Cristo, ni un solo responsable de los diecinueve Oficiales que diese una solución a tan desacerbado despropósito. No era necesario la totalidad de la Junta, no eran necesarias varas ni estandartes, no eran necesarios trajes, corbatas ni medallas, ERAN NECESARIOS LOS RESPONSABLES que pudiesen dar una solución al trágico mal trago que padecieron esos familiares, que se llevaron para sus casas, la recompensa ofrecida a un esposo y a un padre que, durante su vida entre nosotros, tanto se volcó y tanto amó a su Hermandad de Los Gitanos.
No quisiera pensar que estas circunstancias se hubiesen hecho efectivas en algún familiar de esos apellidos de tanta alcurnia y tanto poso que se derraman a través de nuestra nómina de hermanos, o de esos otros, que sin tener eco por su tradición de hermandad, son moda y potenciamos su encumbramiento en estas épocas actuales.
De todas maneras, a nuestros Eduardo, le sobraban todas las parafernalias, todos los boatos, todos los miembros de Junta de Gobierno e incluso todos los curas, él, disfrutó en vida del cariño de los suyos y partió llevándose ese tesoro en su equipaje con la intención de poder mostrárselo al Dios Moreno de sus sentimientos.
Desde esta tribuna de opinión, solo pedir disculpas a sus familiares por el momento vivido y el mal sabor de boca con el que se marcharon y decirles, que tengan la seguridad, que la Hermandad de Los Gitanos no es así siempre.
Debido a la repercusión que ha tenido en las diferentes redes sociales el artículo de opinión publicado en este blog con el título de "LA MEMORIA DE CRISTAL" y con la intención de evitar herir sensibilidades de personas físicas de forma individual queremos hacer una serie de aclaraciones que pensamos que es de ley dejar bien asentadas.
ResponderEliminar1º Seguimos pensando que ha sido un auténtico despropósito la forma con la que se actuado en el caso en cuestión, demostrando una falta de sensibilidad impropia de una Corporación con la grandeza de la Hermandad e Los Gitanos.
2º En ningún momento ponemos en cuestión el cariño, el respeto y la amistad que las personas que concertaron la misa de difuntos por el alma de nuestro hermano Eduardo González Liñán, lo hicieron con la mejor fe e intención para que dicha Eucaristía fuese garante del recuerdo imborrable que dejó el difunto en los corazones de los que en vida compartieron con él momentos imborrables.
3º Queremos dejar bien claro que los miembros de la Junta de Gobierno no están obligados a la asistencia en bloque de todas las misas de difuntos de hermanos que se celebren en el Santuario y mucho más si no son corporativas de la propia Hermandad y que evidentemente existen situaciones personales, de trabajo o familiares que aun muy a pesar de ellos, hacen que tengan que ausentarse de diferentes compromisos que marcan la vida rutinaria de la Corporación. ( En el caso en cuestión la graduación, la asistencia como representación de la Hermandad en la parroquia, situaciones laborales, de enfermedad, de ausencia de la ciudad, vacaciones, etc)
4º Lo que si mantenemos es que en una Junta de Gobierno de 19 Oficiales dificilmente todos ellos estarían lo suficientemente ocupados como para que al menos, y tan solo uno de ellos, pudiese asistir a la Eucaristía de nuestro capataz, y responsabilizarse de cualquier posible contratiempo que pudiese surgir, intentando solucionarlo in situ o dando las explicaciones oportunas a los familiares allí presentes y no adjudicándoles ese mal trago a los sacristanes del Santuario.
5ª Entra dentro de lo posible que un sacerdote pueda ponerse indispuesto no pudiendo oficiar una misa, y evidentemente de ello no podemos culpar a nadie. Pero si podemos decir que una Hermandad que en el curso cofrade se gasta la cantidad de
21.500 € en concepto de estipendios sacerdotales, sin contar los grandes cultos (Triduos y Quinario, que esos suman a parte) tendríamos que tener solventadas todas las necesidades pastorales de los que nos la solicitan.
6º Podríamos considerar esta misa como un acto no institucional de la Hermandad, cosa que dudamos, ya que a los componentes de la cuadrilla de costaleros de Ntro. Padre Jesús de la Salud fueron convocados por el mismo conducto que se les cita para "igualás", ensayos y "desarmás".
No queremos hacer responsable a nadie en concreto y pedimos disculpas si por falta de claridad en la expresión se ha podido entender nuestro ártículo como critica personal a alguna o algunas personas en concreto del colectivo de la Junta de Oficiales, nada más lejos de nuestra intención. Pero errores de este calibre se convierten en desmesuras por los condicionantes que conllevan y la imagen que hemos proyectado ante familiares y amigos ha sido imperdonable.