lunes, 26 de octubre de 2020

LA ILUSIÓN DE VOLVER A ESTAR BAJO TU TECHO

La Hermandad de Los Gitanos está viva y, aunque en las inmediaciones del Santuario y de la Casa de Hermandad cada vez cuesta más advertir esas tertulias mañaneras de sol y atrio, los corazones de los cofrades de la Puerta Osario siguen latiendo y manteniendo su pulso, aunque con algo más de parsimonia, con los episodios de una vida trastornada por los acontecimientos sanitarios que están siendo padecidos por toda la humanidad.

La base fundamental de la Hermandad en estos momentos es la práctica de un profundo ahorro para sus maltrechas arcas, actuando con el aprovechamiento de los fondos disponibles con un mínimo y decoroso mantenimiento diario, con el pago a tiempo de los compromisos adquiridos y con el empuje indesmayable de cara a una bolsa asistencial tan necesitada por muchas familias e Instituciones que se acercan a nuestra casa y para los que todos los esfuerzos serán pocos, si estos, dedicados exclusivamente a que nadie con necesidades se vaya de vuelta, sin al menos, poder regresar a sus hogares con parte de la solución anhelada, llevando en el interior de unas maltrechas alforjas vacías con las que llegaron hasta el umbral de nuestras puertas un poco de sosiego.

Pero un grupo de hermanos jóvenes de nuestra querida Hermandad, de esos que les gusta estar implicados en las alegrías y en las penas de la Corporación de su día a día, les llega la información de que un miembro singular entre todos nosotros, debido a su avanzada edad y a las "goteras" con que estas han ido menoscabando su salud, se ha visto abocado a un prolongado confinamiento dada su precaria movilidad.

Ese hermano, con el que todos mantenemos una deuda impagable y que consiguiera hace ya más de 20 años que nuestras Sagradas Imágenes disfruten de un techo propio, además de conseguir que sus hermanos se sientan orgullosos de poder visitar el hogar de todos, de gitanos y no gitanos, y a la que desgraciadamente, en estos momentos, no puede desplazarse a no ser que algún samaritano de nuestros tiempos lo acompañe.

Este grupo de jóvenes se pone en marcha, tira de teléfono utilizando contactos personales que se ponen a disposición de la idea. Un boca a boca en el que, una vez más, se muestra como la mejor de las redes sociales. Un torrente de adhesiones que dirigen sus miradas hacia un sueño en el que, el agradecimiento por los desvelos de toda una vida y el reconocimiento a sus impagables logros, activan una gran corriente de empatía en el que todos querían hacer patente ese valor añadido actuando a título personal.

No ha sido necesario comprometer a nuestra Hermandad a nivel corporativo, y mucho menos causar gastos no presupuestados que menoscaben nuestras arcas evitando alterar las medidas previsiones que nuestra Junta de Gobierno han valorado en su hoja de ruta respecto a tantos y tantos problemas críticos que nos llegan a diario solicitando ayuda hasta el quicio de nuestras puertas.

Mañana lunes 26 de octubre, la persona que consiguió con su esfuerzo, su tesón, su empuje y sus ansias de soñar una Hermandad que dejase de ser itinerante, y donde nuestras Sagradas Imágenes pudieran morar bajo un techo propio en el que todos seamos bienvenidos, podrá disfrutar de la posibilidad de acercarse hasta nuestro Santuario mediante su nueva silla eléctrica para seguir disfrutando de su Nazareno de bronce y de su Virgen morena todo el tiempo que Ellos tengan a bien mantenerlo entre nosotros. ¡¡Y que ojalá sean muchos años!!.

La figura de este hermano podrá ser alabada o criticada, obviada o valorada, incluso reconocida 0 desconocida, pero lo que es indiscutible es que durante su trayectoria escribió una de las partes esenciales de la historia de nuestra Hermandad, dotándola de un patrimonio material en la que, en el transcurrir de nuestros más de dos siglos y medio de existencia, jamás habíamos podido disfrutar, rescatándonos de una permanente diáspora para dotarnos de uno de los bienes de los que nunca habíamos podido poseer, ni tan siquiera soñar, nuestro propio techo.

El orgullo de pertenecer a la Hermandad de Los Gitanos y de compartir momentos únicos de nuestras vidas entre los hermanos de la misma, ha sido una máxima desde pequeños, para muchos de nosotros, pero con este tipo de gestos salidos de los más profundo de los corazones de gentes de bien, exponiendo un sincero agradecimiento, haciéndolo patente aún en vida, la merecida valoración a toda una trayectoria y el eterno reconocimiento hacia todos esos desvelos impagables. 

Además con esta acción, habremos conseguido posibilitar la tan ansiada movilidad de alguien a la que su salud se la negaba en estos momentos, algo por lo que sentirnos orgullosos y con lo que creer, cada vez más, en el patrimonio humano del que dispone la Hermandad de Los Gitanos.

Eso sí que son las verdaderas puntadas de oro fino y repujados de plata tallados en el alma de la verdadera gente de nuestra Corporación.




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