
Un mal fin de semana para la redacción de este blog. Un desasosiego emocional por la pérdida de un buen amigo, de una excelente persona y de un magnífico hermano de la Corporación Gitana.
Un viernes nefasto con la triste noticia de su inesperada partida para llegar con la humildad que lo caracterizaba ante la presencia de los pilares de su propia fe y tan solo ataviado con un curriculum de vida repleto de amabilidades sinceras, sonrisas eternas y predisposición a facilitar la vida a sus semejantes.
Un sábado triste en el que, ante un frío féretro de madera, pedimos al Altísimo por el eterno descanso de su alma blanca para, momentos más tarde, acompañarlo en el último paseo con el que tendríamos la posibilidad de compartir un ratito con un gran hombre que, como era costumbre en él, se despedía de todos sin estridencias exageradas, sin perseguir situarse bajos la luz de los focos del protagonismo, sin hacer el más mínimo ruido.