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SEVILLA NO PAGA COBARDES |
Debemos actuar con honradez y valentía para que las enseñanzas adquiridas a través de los tiempos, inculcadas de abuelos a padres, de padres a hijos y de hijos a nietos sigan siendo el acicate para ensalzar el valor adquirido durante más de cuatro siglos, evitando de esa manera, quedarnos estancados en la memoria de los tiempos por no llegar a rozar sin traspasar la sutil línea que siempre ha marcado el buen hacer de esta ciudad.
Los sevillanos y los adoptados por esta tierra, desde tiempos inmemoriales, estamos acostumbrados a mirarnos permanentemente nuestros ombligos, cosa que no es difícil cuando tenemos la gran suerte de haber nacido y vivir en uno de los edenes de este mundo.
Pero a pesar del respeto que hemos de tenerle a las enseñanzas del pasado, hemos de admitir que la vida evoluciona y tenemos que adaptarnos a los tiempos actuales ya que el respeto no es inversamente proporcional a seguir caminando hacia adelante.
Nuestra Semana Santa se ha mantenido viva debido a personajes que, durante la historia de la misma, han tomado las riendas de esos necesarios cambios para poder seguir otorgándole la grandeza que por sí sola nos demanda. Juan Manuel Rodríguez Ojeda con sus diseños y sus agujas, Guzmán Bejarano con sus gubias, Marmolejo con sus repujados, los hermanos costaleros de esa primera cuadrilla, las agrupaciones musicales, los floristas con una visión diferente y tantos y tantos avanzados a la historia, tantos y tantos valientes que no hicieron caso alguno a las desaforadas críticas por lo novedoso imponiendo su capacidad de acometer cambios estructurales, y que a pesar de ser maltratados en su génesis demostraron que esas nuevas ideas fueron sumamente necesarias e indiscutiblemente acertadas para la continuidad de nuestra fiesta.
Hoy existen muy pocos de esos iluminados por el Altísimo que atesoren la capacidad y mucho menos la osadía de poder transformar con avances de progreso nuestro mundo cofrade. Hoy profesamos el culto a lo políticamente correcto, la devoción a no enojar al mediático y la sumisión a unos cargos que, debido a la dificultad de poder acceder a ellos, una vez conseguidos, somos capaces de trocar los principios personales por poltronas sin llegar a padecer rubor alguno.
El Pastor de nuestra Archidiócesis insta al clero a no situarse de frente ni de espalda a las cofradías dando a entender que la posición perfecta de la Iglesia Hispalense es colocarse de lado, manteniendo de esa manera su estatus de mando extremo, procurando no ofender ni enojar a los situados en la parte alta de la pirámide mediática de los poderes corporativos.
Nuestro Consejo de Cofradías se inhibe de acometer las responsabilidades inherentes a sus cargos en las áreas de horarios, itinerarios y posiciones en la Carrera Oficial, malgastando sus esfuerzos en defender privilegios adquiridos por unos pocos en el tiempo, siempre los mismos, defendiendo a capa y espada el abrazo a un sillón en el escenario del Maestranza el día del Pregón, o el rancio pase de modelos ataviados con un bien planchado frac los días de Corpus o de la Patrona.
Los ediles de nuestro Ayuntamiento repiten continuamente infinidad de reuniones desde Septiembre hasta Febrero intentando aportar soluciones a la seguridad ciudadana de una población y unos cortejos masificados que funcionan porque Dios Todopoderoso es misericorde con el pueblo sevillano y que solo llegará a inventar una solución final el día que realmente ocurra alguna desgracia de la que todos seamos responsables y del que los de siempre, y como siempre se lavarán sus manos .
Y las Corporaciones cofrades, sobre todo las de menor peso específico, igual que el famoso villancico navideño "tragan y tragan y vuelven a tragar" entre frituras de pescado, rubias cervecitas y trajes oscuros con corbatas de sedas y pañuelos de bolsillo a juego.
Los importantes, los que verdaderamente dejaron huella, siempre fueron los políticamente incorrectos, los aventajados a su época, los verdaderamente limpios de corazón dedicados con sus ideas y esfuerzos a defender nuestra Semana Santa sin buscar, y mucho menos exigir, nada a cambio. La gran recompensa de estos hombre singulares es su inclusión en los anales de nuestra historia.
Por mucho que he buscado, he indagado y he leído, de los cobardes instalados en las zonas de confort que les otorgaron los tiempos no hay nada escrito.
Los sevillanos y los adoptados por esta tierra, desde tiempos inmemoriales, estamos acostumbrados a mirarnos permanentemente nuestros ombligos, cosa que no es difícil cuando tenemos la gran suerte de haber nacido y vivir en uno de los edenes de este mundo.
Pero a pesar del respeto que hemos de tenerle a las enseñanzas del pasado, hemos de admitir que la vida evoluciona y tenemos que adaptarnos a los tiempos actuales ya que el respeto no es inversamente proporcional a seguir caminando hacia adelante.
Nuestra Semana Santa se ha mantenido viva debido a personajes que, durante la historia de la misma, han tomado las riendas de esos necesarios cambios para poder seguir otorgándole la grandeza que por sí sola nos demanda. Juan Manuel Rodríguez Ojeda con sus diseños y sus agujas, Guzmán Bejarano con sus gubias, Marmolejo con sus repujados, los hermanos costaleros de esa primera cuadrilla, las agrupaciones musicales, los floristas con una visión diferente y tantos y tantos avanzados a la historia, tantos y tantos valientes que no hicieron caso alguno a las desaforadas críticas por lo novedoso imponiendo su capacidad de acometer cambios estructurales, y que a pesar de ser maltratados en su génesis demostraron que esas nuevas ideas fueron sumamente necesarias e indiscutiblemente acertadas para la continuidad de nuestra fiesta.
Hoy existen muy pocos de esos iluminados por el Altísimo que atesoren la capacidad y mucho menos la osadía de poder transformar con avances de progreso nuestro mundo cofrade. Hoy profesamos el culto a lo políticamente correcto, la devoción a no enojar al mediático y la sumisión a unos cargos que, debido a la dificultad de poder acceder a ellos, una vez conseguidos, somos capaces de trocar los principios personales por poltronas sin llegar a padecer rubor alguno.
El Pastor de nuestra Archidiócesis insta al clero a no situarse de frente ni de espalda a las cofradías dando a entender que la posición perfecta de la Iglesia Hispalense es colocarse de lado, manteniendo de esa manera su estatus de mando extremo, procurando no ofender ni enojar a los situados en la parte alta de la pirámide mediática de los poderes corporativos.
Nuestro Consejo de Cofradías se inhibe de acometer las responsabilidades inherentes a sus cargos en las áreas de horarios, itinerarios y posiciones en la Carrera Oficial, malgastando sus esfuerzos en defender privilegios adquiridos por unos pocos en el tiempo, siempre los mismos, defendiendo a capa y espada el abrazo a un sillón en el escenario del Maestranza el día del Pregón, o el rancio pase de modelos ataviados con un bien planchado frac los días de Corpus o de la Patrona.
Los ediles de nuestro Ayuntamiento repiten continuamente infinidad de reuniones desde Septiembre hasta Febrero intentando aportar soluciones a la seguridad ciudadana de una población y unos cortejos masificados que funcionan porque Dios Todopoderoso es misericorde con el pueblo sevillano y que solo llegará a inventar una solución final el día que realmente ocurra alguna desgracia de la que todos seamos responsables y del que los de siempre, y como siempre se lavarán sus manos .
Y las Corporaciones cofrades, sobre todo las de menor peso específico, igual que el famoso villancico navideño "tragan y tragan y vuelven a tragar" entre frituras de pescado, rubias cervecitas y trajes oscuros con corbatas de sedas y pañuelos de bolsillo a juego.
Los importantes, los que verdaderamente dejaron huella, siempre fueron los políticamente incorrectos, los aventajados a su época, los verdaderamente limpios de corazón dedicados con sus ideas y esfuerzos a defender nuestra Semana Santa sin buscar, y mucho menos exigir, nada a cambio. La gran recompensa de estos hombre singulares es su inclusión en los anales de nuestra historia.
Por mucho que he buscado, he indagado y he leído, de los cobardes instalados en las zonas de confort que les otorgaron los tiempos no hay nada escrito.
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