martes, 17 de septiembre de 2019

LA CARIDAD BIEN ENTENDIDA... ¿POR DONDE DEBIERA EMPEZAR?

"ABRAZOS DE CARIDAD O DE OJANA"
Culto, formación y caridad. A estas tres acciones podríamos definirlas como la rosa de los vientos de cualquier Hermandad que se precie. Minimizar cualquiera de las tres patas del banco sobre el que se sustenta nuestra fe cotidiana conseguiría desvirtuar el corazón de nuestras Corporaciones, menoscabando desde su base el único sentido que estas necesitan para existir, que no es otra que el orgullo de profesar la fe católica.

A la práctica de los cultos cada vez se le pone más empeño por parte de nuestras cofradías para que el decoro, la mayor asistencia a los mismos y la necesidad de no dejar a un lado la oración como principal alimento nuestras almas. Todo esto lo hacemos factible insuflando entre nuestra nómina de hermanos ese punto imprescindible de formación continua que nos aporte la base de comprensión necesaria y el respeto mínimo exigible para poder ser acogidos en el seno de nuestras Corporaciones.

Y por último, pero no menos importante, posibilitar la práctica de la caridad, en cualquiera de sus tipos y formas, de la caridad al prójimo y de la que nos debemos a nosotros mismos. A nuestros familiares, vecinos, hermanos de hermandad y a nuestras propias Corporaciones y a las que nos acompañan en el ámbito de nuestra Semana Mayor.

No digo yo que los esfuerzos de las Hermandades en el plano asistencial estén desatendidos. En absoluto, cada vez se realizan más esfuerzos económicos para poder subsanar las necesidades de personas e Instituciones, tanto en el plano social como en el religioso, que se acercan a nuestras puertas solicitando ayuda en unos momentos tan difíciles como los que nos ha tocado vivir.

Y además nos sentimos orgullosos con esos esfuerzos, sobre todo en el plano económico, ya que, esas cantidades salen de montantes de partidas pecuniarias que, aunque son aportadas por todos los hermanos, no nos cuesta esfuerzo alguno destinarlas a los referidos conceptos. Solo es dinero.

Sin duda, eso es una forma de caridad, y ciertamente se le dan soluciones a una gran cantidad de problemas de a diario, pero a veces, me dá la sensación que esos esfuerzos dinerarios son como la situación que vive una madre de edad avanzada que, mientras se encuentra en su domicilio la visitamos asiduamente en cuando podemos (no cuando debemos) ya que el día que vamos a su casa es por que encontramos una disposición de tiempo ya previsto de antemano, pero cuando está imposibilitada o postrada en una cama y el esfuerzo tiene que ser verdaderamente personal e intransferible, asignamos una cantidad económica para ingresarla en un geriátrico y ya está todo solucionado dejando limpia nuestras almas.

Siempre podremos blanquear nuestras conciencias con el argumentario de lo bien cuidada que la tienen unas personas asalariadas mientras que, a los que ella siempre cuidó y sacó adelante desde pequeños, consiguen liberarse de la verdadera caridad de un beso o de la ayuda emocional del esfuerzo de regalar un rato de charla, cariño y compañía.

Ejemplo claro de esta falsa caridad en nuestras Cofradías la hemos comprobado en la reunión de Hermanos Mayores de la "madrugá", celebrada la pasada semana, para dar solución a los problemas de la jornada en la Semana Santa de 2020.

La Corporación de la feligresía de San Román pone sobre la mesa la propuesta del adelanto de la jornada en media hora, para de esa manera, no dar comienzo a su carrera oficial con las claritas del día al son del canto de los vencejos.

Según informaciones publicadas en la prensa, el representante de la Hermandad del Silencio, su Hermano Mayor, se niega en rotundo a ese esfuerzo, a ese acto de caridad con una Corporación hermana que, por su sitio en la jornada, se convierte en la sufridora máxima de la "madrugá" a pesar que por su antigüedad no le corresponde procesionar en el lugar que ocupa en la jornada.

Ya tenemos constancia, (todos tenemos un pasado) de las diferentes actuaciones de un Hermano Mayor que, por representar a la Madre y Maestra de nuestras Hermandades, debiera meditar un poco más su toma de decisiones a la hora de exponerlas en este tipo de reuniones, que a la postre, terminan saliendo a la luz pública.

Este Hermano Mayor, que en su etapa como Oficial del Consejo de Cofradías nos aportó una lección magistral caritativa con su taxativa negación a ultranza a la inclusión de nuevas Corporaciones hermanas en la nómina de las que hacen Estación de Penitencia a la S.I.M. Catedral.

También mantuvo su caritativa postura de la idoneidad de la elección del pregonero que tendría que ser designado, hasta el punto, de presentar una dimisión, a todas luces desafortunada y no admitida por su Presidente, por no conseguir que se llevasen a cabo sus convicciones. Eso sí, en un desbordante golpe de caridad cristiana, en un alarde de humildad cofrade, jamás observó inconveniente alguno a su elección como pregonero de la Semana Santa de Sevilla ni tampoco a la de su hermano.

Como finalización de este árticulo quiero concluir con un dato de importancia que definen la verdadera caridad, el valor de un apretón de manos y la calidad de ser humano de dos Hermanos Mayores de Sevilla.

La Hermandad de los Gitanos a finales de los 70, presidiendo ambas Corporaciones D. Eduardo Ybarra Hidalgo y D. Antonio Moreno Bermúdez, acordaron en pacto de caballeros y con un simple apretón de manos, sin necesidad de papeles por medio, ceder el paso a la cofradía de San Antonio Abad en el cruce de Cuna-Laraña-Orfila para que su entrada se produjese en un horario nocturno acorde con la idiosincrasia de la cofradía de ruán. Acuerdo que sigue estando en vigor en la actualidad en un desborde de caridad por parte de la Hermandad de Los Gitanos.

Esta próxima Semana Santa quizás deberíamos actuar con la misma caridad con la que nos han tratado, dejando a la Hermandad del Silencio esperando en la calle Cuna hasta que la última de la "madrugá" entre en Carrera Oficial dejando expedito el paso por Orfila. De esa manera, todos los sevillanos tendríamos la posibilidad de ver a la Madre y Maestra de nuestras cofradías perfumando con su aroma de azahar el despuntar de las luces mañaneras del Viernes Santo, dándole la posibilidad a todos sus hermanos y a los sevillanos que la admiren, poder oír el canto de los vencejos de la Plaza del Duque que nosotros nos sabemos de memoria.

Dejemos de mirarnos el ombligo que todos somos hijos de Dios y de la "madrugá de Sevilla" y los honores, tengamos el cargo que tengamos, hay que ganarlos día a día.



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