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LA EXPERIENCIA DE NUESTROS MAYORES |
El pasado domingo, en las dependencias de nuestra flamante Casa de Hermandad, se celebró una convivencia con los veteranos de nuestra Corporación donde se les agasajó con unos dulces y unos cafés disfrutando con ellos de unos instantes de confraternidad y armonía acompañados por algunos de los componentes de la Junta de Gobierno.
A priori, nos parece una idea digna de resaltar y, por supuesto, gratitud completa a las personas que la pensaron y llevaron a cabo ya que, llenar las blancas paredes de nuestro novedoso espacio de esa infinita catarata de experiencias, tanto en la vida de hermandad como en la vida cotidiana, dan un especial valor añadido al acto en sí y de la que todos los que somos más jóvenes debiéramos sentirnos orgullosos.
Seguramente, para todos estos veteranos asistentes fué una mañana especial ya que subliminalmente, con toda seguridad, fueron sacando de ese viejo cajón de la memoria innumerables anécdotas escasas de brillos y rodeadas de esfuerzos y sinsabores, que a la postre, ha sido el camino para llevar a la Hermandad de Los Gitanos a ese sitio que la historia nos tenía asignado.
Pero tenemos que hacer un esfuerzo para que esos salones, pasillos y despachos de nuestra nueva casa no destilen olor a geriátrico, que esos cafés y esos pasteles que degustaron los portadores de las canas de la historia de nuestra cofradía no sean simplemente la viandas que en fin de año se les ofrece a los abuelos y así limpiar nuestra conciencia por haberlos olvidado durante todo el año.
Ellos se sentirían agradecidos siendo escuchados y nuestro patrimonio histórico fortalecido tan solo escuchando y transcribiendo todas sus enseñanzas, contratiempos y anécdotas que de sus labios y de sus tantos y tantos calendarios nos pudiesen aportar.
La comunión entre la experiencia y las ganas de aprender deberían ser el buque insignia de este tipo de reuniones y que estas sirvan no solo para que pasen las horas del reloj, sino para tenerlas en cuenta. Llevar a las gentes del grupo joven a que compartan los pasteles y sus relatos donde puedan amontonar preguntas ávidas de respuestas que, de no exponerlas, quedarán disipadas en los vericuetos de la historia. Hacerles ver a nuestros mayores que esas reuniones no se formalizan para que se vean favorecidos con turnos de guardias en el santuario o el ofrecimiento de un pañuelo en turnos de 20 minutos los días de un solemne besamanos.
Tenemos, entre todos, que proyectar la total seguridad de que sus relatos, sus ideas y sus puntos de vista tienen la misma importancia, o más, que los hermanos de generaciones actuales, por mucha preparación que estos tengan.
Aprendamos de nuestros veteranos, de todos ellos, gitanos y no gitanos, de los del barrio o de los extramuros, sevillanos o adoptados por nuestra bendita tierra, ellos marcaron la senda con sus sacrificios a los que pocos hermanos de los de hoy en día estaríamos dispuestos a hacer frente.
Nuestra Hermandad, que se dirige sin prisas pero sin pausas a los umbrales de su tercer centenario nos reclama permanentemente la escasez de documentación histórica. La biblioteca del recuerdo de nuestra Corporación está huérfana de documentos que fueron perdidos en conflictos bélicos fratricidas y en vivencias de hermanos desaparecidos revestidos por la edad y que se llevaron a la gloria esos irrecuperables legados a través de los entresijos y la intrahistoria de nuestra Hermandad.
Hemos dado un pequeño paso adelante llenando nuestra nueva casa de canas y experiencias, eso es lo que la deberá convertir en el auténtico hogar de los Hermanos de la Hermandad de Los Gitanos, pero si toda esta parafernalia solo queda en cafés y pastelitos blanqueadores de conciencias, no solo faltaremos al respeto a nuestros mayores, además estaremos faltando al respeto de nuestra propia historia .
Por cierto, en la seguridad de que se seguirán repitiendo estas gratas experiencias con el colectivo de nuestros mayores, queremos hacer constar que las redes sociales y las informática en general no debe ser la mejor manera de convocar a septuagenarios que den vida a nuestros salones con sus experiencias, las cuales, y en el mayor de los casos, no pasan el mayor de su tiempo por el filtro de las redes sociales.
Enhorabuena por la idea, y sobretodo que sea productiva como memoria histórica de nuestra Corporación para las nuevas generaciones.
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