miércoles, 2 de diciembre de 2020

DEJEMOS DE LAVARNOS LAS MANOS

 

Seguimos en periodo de pandemia en esta bendita ciudad adormecida, en esta urbe falta de alegría, aletargada en su línea de actuación, rendida a las corrientes de vientos poco positivos que nos marcan el rumbo como una veleta que se apodera de nuestro carácter y coarta eso que ha sido denominado como nuestras sevillanas maneras.

En escasas fechas vamos a imbuirnos en un periodo navideño abrazado por la desidia, falto de luz y teñido por una difuminada esperanza.

Utilizamos gran parte de nuestro tiempo en discurrir situaciones que nos lleven de nuevo a retomar todo lo que tanto tiempo atrás hemos criticado y que, en estos momentos, advertimos que estamos condenados simplemente a echar de menos.

Los cofrades, en estos momentos, estamos sobrados de tiempo, al igual que a la ciudad le sobran los espacios, que huérfanos y entristecidos, esperan el calor de sus gentes.

Las perspectivas no son buenas y nos debemos ir haciendo a la idea que la Semana Mayor de 2021 va a volver a quedar desdibujada en beneficio de esa añorada salud, derramada por las manos de nuestro Titular, como argumento esencial para lo cotidiano de nuestras vidas.

Nuestras Hermandades, ensimismadas en un argumentario tan sumamente necesario como el de socorrer a tantos necesitados, han conseguido, casi sin pretenderlo, ir mutilando la costumbre de la asistencia a los templos y casas de hermandad como hacíamos antaño.

Es difícil mantener los hábitos de siempre. Entre confinamientos, toques de queda, dificultades económicas y los lógicos miedos al contacto entre personas, han propiciado que nuestros hábitos hayan tomado rumbos interactivos, utilizando la fría tecnología de móviles y ordenadores para no perder todo contacto entre hermanos.

Los únicos que parecen rendir culto a las costumbres de tiempos pasados son los componentes de nuestro ínclito Consejo de Cofradías. Seguramente estarán estudiando una hoja de ruta para conseguir ofrecernos todo ese catálogo de soluciones que necesita nuestra Semana Mayor. Estarán intentando fijar fechas para que, a través de diferentes reuniones de una multitud de comisiones, poder dar alguna solución a la maltrecha Carrera Oficial reorganizando horarios, itinerarios y orden de entrada en la misma. ¿O realmente no se está haciendo nada de esto y, después de dos años, llegaremos a la cuaresma de 2022 sin tiempo para reunirse con las Hermandades?.

Este grupo de "Selectos Cofrades" tan solo han tenido tiempo para reunirse con los "Cofrades selectos" de otras provincias andaluzas para propiciar entre el "capiroteo popular" la venta de "humo morado" para la realización de posibles actos sustitutivos de la Semana Santa 2021 y de la que todos estamos más que convencidos que no se va a poder celebrar, utilizando criterios de conveniencia, desvirtuando la fiesta más importante de la ciudad con un sucedáneo de ideas que justifique su posición en la élite cofrade y que terminen por mediatizar una tradición de tantos y tantos siglos.

Han nombrado un cartelista para una Semana Santa que no vamos a vivir y han vuelto a nominar un pregonero, depositando nuevamente la confianza en la persona designada para 2020 que no pudo subirse al atril por la suspensión del mismo, para pronunciar un pregón que tampoco se va a poder pronunciar.

Se quiere inventar una pantomima de oratoria musicada con "cachitos" literarios de oradores que ya tuvieron su oportunidad, trasladar el acontecimiento al Auditorio de Fibes y así pasar de las 1.800 localidades del Maestranza a las 3.600 del anteriormente mencionado. (Buena manera de respetar la distancia social sin perder los ansiados ingresos ni la subvención del Ayuntamiento).

Esperemos que ese sentido de la medida que el pueblo sevillano siempre ha sabido mantener siga perdurando en el corazón y el sentimiento de este viejo pueblo que sabe lo que quiere y lo que realmente le gusta.

Los cofrades de verdad no tenemos necesidad de sucedáneos capillitas. Si no se puede no se puede. Y ni salen pasos, ni queremos carteles, ni se pregona lo que no va a suceder. Si el Auditorio de Fibes sirve para hacer caja, aprovechemos su aforo también para que los asistentes al pregón no solo sean los elegidos de siempre y tengan cabida los cofrades de a pie que también aspiran a tener esa posibilidad.

Si el sacrificio por la recuperación de la salud de los habitantes de nuestra ciudad lo pueden soportar hoteles, comercios, hostelería y padres de familia que rozan, en algunos casos, las desesperación, también lo pueden soportar las bandas, orfebres, cereros, bordadores y diferentes profesionales del mundo sacro.

Y por supuesto, ahora que desgraciadamente tenemos tiempo, esperemos que los responsables de nuestro Consejo de Cofradías dejen de inventar sustitutivos de nuestra Semana Santa y arreglen los problemas que venimos arrastrando desde hace décadas para que podamos disfrutar de una Semana Santa, cuando Dios lo quiera, como la que teníamos, como la que echamos de menos y como realmente nos gusta.

Dejemos de inventar y de lavarnos las manos, que estamos jugando con la historia de una ciudad que cada día se siente más triste. 

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