miércoles, 30 de diciembre de 2020

EL PUNTO Y APARTE DE UN ANNUS HORRIBILIS

Nos llamaba la atención un año con una cifra tan redonda y llamativa. Año bisiesto, año de Eurocopa futbolera, año Olímpico.

Los hermanos de los Gitanos nos comimos las uvas con la proximidad de un gran besamanos de Nuestra Señora de las Angustias y soñando con la cercanía de un acontecimiento que las inoportunas inclemencias meteorológicas nos habían sisado en dos ocasiones, el tan ansiado Solemne Viacrucis del Consejo de Cofradías, con la salida de nuestro Sagrado Titular como epicentro del piadoso acto de culto público.

Majestuoso evento que quedará en el recuerdo de todos los que tuvimos la fortuna de disfrutarlo y que, en los anales de la Hermandad, labró el poso de una auténtica catequesis de fe y de una, a duras penas superable muestra de seriedad, buen hacer y sentido de las sevillanas medidas.

Pero el caminar a través de la leyenda del pueblo gitano, al igual que los pasos con los que ha ido avanzando siglo a siglo la propia Hermandad, no acostumbra a esculpir su historia sin tener que hacer frente a grandes y dificultosos avatares. Y claro está...esta vez no iba a ser menos. 

Días después de un acto que quedará grabado en las almas de los que tuvimos la posibilidad de disfrutarlo, salta una noticia que hace estremecerse los cimientos de la estabilidad de nuestro mundo.

Una maldito virus, algo tan pequeño, un ser tan ínfimo, nos coloca en una situación de estado de pandemia mundial causando estragos en la salud de las personas y en el equilibrio económico de todos los países del mundo. Un echo global en lo negativo que ha estremecido a la humanidad.

Muertes, enfermedad, paro, desasosiego, incertidumbre, hambre. Al igual que si se tratase de una hipotética octava plaga bíblica, los habitantes de este viejo planeta nos hemos visto empequeñecidos por algo a priori incontrolable, consiguiendo que los seres humanos hayamos vuelto a comprender el escaso valor de nuestras vidas y la necesidad indispensable de la misericordia del Todo Poderoso de la que siempre seremos deudores.

Pero los designios del Señor son inescrutables y su pueblo, que en los momentos de desazón vividos este año en los que nos hemos encontrado con "la soga al cuello", en esos en los que el miedo se ha instaurado entre nosotros con la única perspectiva de ponernos, una vez más, en las manos del único ser que nos reparte la salud, la confianza, la fe y sobre todo la esperanza.

Se han quedado por el camino seres amados, se han esquilmado puestos de trabajo, se han empobrecido muchas familias e incluso muchos de nosotros hemos visto trastornadas las bases de los convencimiento de nuestra propia fe.

Pero los hijos de Dios estamos obligados a ser fuertes y abrigados por la esperanza que de Ellos emana, nos tuvimos que poner manos a la obra.

Las Hermandades de Sevilla, y como iba a ser menos la nuestra, la de los Gitanos, hemos dejado a un lado sones de tambores y trompetas, costales y martillos, exornos florales, estrenos o pasos en la calle. Nos hemos ido intentando apartar de rencillas estúpidas que no nos llevan a ninguna parte. Hemos impulsado, transformado haciéndonos una piña, las únicas andas que se podía pasear por esta Mariana Ciudad en un año envuelto por tantas penumbras como el que se encuentra en su deseado desenlace final y que necesitaba de todos los hijos de la ciudad y de los adoptados por la misma, alertando nuestros oídos al llamamiento de los lamentos del prójimo para, colocándonos diligentes el costal de la caridad y racheando, poco a poco, sin que se adviertan los todos los movimientos que van dando a diario esos majestuosos pasos que son las Bolsas de Caridad de todas nuestras Hermandades.

El ocaso del 2020 está muy cercano, los estragos han sido importantes, tanto en los económico como en lo personal y lo espiritual, pero con nuestras esperanzas intactas, la fe como cruz de guía y la caridad sostenida entre nuestras manos, de la misma manera con la que portamos nuestro cirio en la eterna "madrugá", y con ello conseguir restaurar la normalidad de nuestras vidas.

Una lección magistral que supera con creces a las que podríamos aprender en cualquiera de los paraninfos de nuestras universidades, ha venido a aportarnos una enseñanza impagable.

Somos seres imperfectos y débiles. Abrazamos equivocadamente el dinero, la fama y el reconocimiento social para advertir que cuando hemos conseguido llegar a nuestras metas, un microscópico "bicho" nos devuelve a la realidad de una existencia que solo tiene razón de ser a través del amor a Dios, respeto a nuestro prójimo y la fe heredades de nuestros mayores.

Este 2020, este año que no podremos olvidar, le otorga un valor añadido a algo que llevamos fundido en nuestros corazones todos y cada uno de los hermanos de la Hermandad de Los Gitanos. El amor a una advocación a la que, a partir de este año, conseguiremos otorgarle definitivamente su verdadera trascendencia.....

LA SALUD ES LO PRIMERO.

Un deseo de prosperidad y de una soñada normalidad para el año entrante, de montañas de amor, pero sobre todo, de la salud que derraman las manos del nuestro Señor del color de bronce y de la intercesión para con todos nosotros de su Bendita Madre.

¡¡¡¡¡ FELIZ AÑO NUEVO !!!!!   




 

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