miércoles, 4 de marzo de 2020

LA CUARESMA MAS GITANA

Algún día tendremos que despertar de ese bendito sueño de cuaresma vivido el pasado lunes, aunque pienso que ese sueño se mantendrá perpetuo, se mantendrá permanente en los cajones del alma de todos los hermanos de Los Gitanos.

Nos ha costado tres intentos. Los dos primeros se tiñeron de desilusión anegando los corazones de los hermanos con la sombra de la duda de lo que podía haber sido, pero es evidente que el Señor de la Salud no lo tenía contemplado en aquellos momentos. Él tomó la decisión de que no era el instante adecuado, que llegaría una ocasión en el transcurrir de la Hermandad y de la propia ciudad en el que podría ser más conveniente, más necesario para todos los que vivimos bajo el cielo de esta tierra de María Santísima.

Pero el pasado lunes quiso hacer el milagro y lo hizo. Ya lo creo que lo hizo.

Con su presencia en las calles de nuestra ciudad, se hizo acompañar por su pueblo para regalarnos con toda la fe, toda la salud y toda la satisfacción infinita que recibimos aquellos que tuvimos la dicha de participar en el piadoso acto del Vía Crucis.


Las dudas que sembraron los plúmbeos nubarrones con los que amanecieron nuestros cielos aquella mañana y que removieron en nuestros corazones antiguos temores, pero que afortunadamente, se fueron disipando a medida que entrábamos en las horas del mediodía, donde a la salida de la Santa Misa preparatoria del traslado del Señor a la Santa Iglesia Catedral, fueron transmutando los semblantes de los presentes, dirigiéndose con una renovada alegría a sus domicilios, para revestirse la sobriedad de una austera gran gala para procesionar horas más tarde abriéndole camino.

Podríamos identificar mil motivos especiales, como la seriedad del cortejo, la excelencia de las andas, la finura del exorno floral, el romanticismo de las recoletas calles por las que se discurrieron en su itinerario de vuelta, las huellas plasmadas por el llanto de los cirios en calles de nuestro viejo barrio donde sus centenarias aceras tanto han llegado a echarlo de menos o la magnificencia del Solemne Vía Crucis bajo las naves del primer templo sevillano.

Todo ello ha sido motivo de orgullo y quedará como poso en lo más profundo de nuestras almas sintiéndonos unos privilegiados por haber podido vivir tan singulares momentos en la historia de nuestra Corporación.

En ese maremagnum de emociones que desde hace una semana siguen surcando nuestros subconscientes, si existen tres momentos que subliman por encima de todo lo acontecido y que la ciudad ha dado una veracidad indiscutible rubricando con el beneplácito de una firma como si de las manos de un viejo notario se tratase.

Nuestra Hermandad es diferente, ni mejor ni peor, simplemente diferente.
Sevilla nos quiere, nos respeta y nos alberga en su corazón como la vieja, sabia y amorosa madre que nos regaló su luz y su cielo. Y sobre todo, que los hermanos de la Hermandad de Los Gitanos, cuando nos asimos fuertemente de las manos y empujamos todos a una para que un proyecto salga adelante, siempre sale adelante como el mejor de los proyectos.

Cuando la Sevilla cofrade, una semana después, sigue repasando en su memoria el álbum en sepia que el objetivo de sus ojos pudo retratar en un día tan inolvidable, los hermanos de Los Gitanos hemos tallado para todos ellos las pastas en bronce de un legado donde quedarán guardados para siempre esos irrepetibles momentos.

   

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ARTÍCULOS MÁS VISITADOS