Esta semana en la que ha comenzado a dar sus primeros pasos una novedosa y atípica cuaresma, un primer espada en el plano de nuestra música procesional, ha decidido pasar el testigo de su longeva trayectoria como director de la Agrupación Musical Virgen de los Reyes de Sevilla ,para así, poder disfrutar de un merecido descanso desde ese segundo plano en el que la responsabilidad soportada durante toda su trayectoria le permita disfrutar en estos momentos de una forma más llevadera.
Nuestro amigo Juan Ramírez Téllez a sus 59 años de edad y, tras cuatro décadas al mando de una de las formaciones musicales más contrastadas de nuestro país, ha tomado la difícil decisión de entregar las llaves de la caja donde descansarán sus batutas y sus partituras, cerrando un ciclo de un incontestable valor, en el que, con la firmeza demostrada, asiendo durante tantos años las riendas de la dirección, y conquistando una cima musical de un valor, que será más apreciada, si cabe, con el paso de los años.
Desde las primeras luces de los años 80, este sevillano que fue acunado a las sombras de las tapias artilleras del arrabal del viejo San Bernardo, y que inundó su alma de amor con los brazos abiertos de un crucificado de estampa torera, y con el dulce semblante de la madre que otorga el deseado refugio a su barrio.
Desde los inicios de su juventud se embulle entre las arpilleras y espartos de viejas cuadrillas, mandadas por las voces de míticos capataces que aún consiguen llenar el rincón de nuestros recuerdos. Pero no era ese el trabajo que los cielos le tenían predestinado para que dejase marcada una huella tan profunda en su trayectoria cofrade.
En el año 1983, tras recibir la fuerte llamada generada desde el añejo compás de la laguna, sustituye los "habíos" utilizados por los hombres de los pasos, dejando de ser uno de los pies de los Cristos y de las Vírgenes de la ciudad, para ofrecerle a todos ellos, el compás de una nueva catequesis derramada desde las líneas de los pentagramas, que bajo su dirección, fueron enfervoreciendo los corazones del pueblo sevillano para ser copartícipe de las nuevas maneras de concebir la música cofrade para los pasos de Cristos.
Quizás no sea el prototipo de director al uso. Es posible que no haya sido el orador más locuaz ante los micrófonos de las diferentes antenas de radio o frente a las cámaras de televisión. Seguramente haya podido descuidar la potenciación de una imagen personal que, dada su singular posición, y de cara a la galería cofrade, le hubiesen reportado los halagos y dividendos personales que en ningún caso persiguió.
Evidentemente esos no han sido sus fuertes.
Pero después de más de cuarenta años y el contacto directo con los cientos y cientos de componentes que han formado en las filas de su Agrupación Musical, ha conseguido dejar raíces en las almas y los corazones de todos ellos. En algunos casos como el mejor de los amigos entre los que empezaron a su vera. En otros, como la figura de un padre de todos los que, veinte años más tarde, se enrolaron incondicionales bajo sus órdenes. Y si me apuráis, casi como la de un cercano abuelo de los niños que componen esa magnífica cantera de los pequeños de la Agrupación Infantil abrigada bajo el banderín de la Patrona del Pueblo Sevillano.
Los que te hemos conocido de cerca y los de no tan cerca, hemos disfrutado con el resultado de tu trabajo durante cuarenta años, hemos vibrado con los sones de tu Agrupación, nos hemos emocionado con la visión de un tricornio y hemos llorado con el pellizco de los sones de esas composiciones que, con los ensayos realizados durante tantas noches de trabajo continuo, sonaron a rezos dedicados a los Sagrados Titulares que cada uno de nosotros llevamos en el corazón, consiguiendo que el toque de tus metales y el atronar acompasado del redoble de tus baterías inigualables, diesen forma durante tanto tiempo a la banda sonora de los momentos más importantes de nuestras vidas.
Gracias por esos momentos cofrades tan íntimos con los que nos has obsequiado a Sevilla y a todos sus hijos. Gracias por llevar con los sones marcados por el compás de tu batuta por toda la geografía española. Y mil gracias por derramar sevillanía por el bendito suelo de nuestra ciudad con tu esfuerzo y tu amor por la Semana Santa de esta tierra de María Santísima.
Nosotros te hemos disfrutado de tu trabajo y de tu persona, las generaciones venideras conseguirán otorgarle el verdadero valor añadido a la herencia que a su tierra legó un sevillano de bien.
Antonio totalmente de acuerdo con el artículo. Nos queda Juan para rato.
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