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MILES DE ESPIGAS. UN SOLO CAMPO |
Que me gustaría llegar a entenderos. Me encantaría poder llegar a comprenderos. Que difícil es poder introducirse en los entresijos de esas mentes para llegar a comprender la magnitud de unos criterios tan difícilmente baremables, tan intangibles, tan incalificables, esos criterios de bonete y sotana que, más que agrupar al rebaño, consiguen que los componentes del mismo, se dispersen de esa hacienda común que debería ser nuestra Iglesia.
La única dispensa que consigo encontrar y que en estos momentos se me viene a la cabeza es que el "hábito no hace al monje", y que bajo el ropaje con el que nos revistamos, ya sea ropa sencilla, trajes caros o sotanas definitorias, debajo de todos ellos, solamente se encuentra un ser humano, y como tal, un ser imperfecto que solo aspira a ser mejor.
Difícilmente podremos corregir el rumbo cuando los patrones de los barcos de nuestras sociedad y sus oficiales de a bordo, solo ponen los conocimientos adquiridos durantes tantos y tantos años de libros, horas de estudio y experiencias personales al servicio de poderosos, grupos mediáticos y criterios políticamente correctos que siempre los mantengan bien situados en el fiel de la balanza de los poderosos con capacidad de toma de decisión para alterar la vida de los no tan afortunados.
A los cofrades, dado que cada uno somos de un padre y una madre, nos gusta imponer nuestras ideas y criterios, la mayoría de las veces pensando en el bien de nuestras Corporaciones, pero a veces, en esos momentos egoístas y poco reflexivos que por momentos todos tenemos y que son intrínsecos a la mente humana, sacamos los pies del plato de forma desafortunada, y es en esos instantes, donde los responsables del rebaño de Dios deberían estar obligados a tomar cartas en el asunto basándose en la caridad, el amor y el perdón verdadero, aceptando el arrepentimiento de quienes se confiesen arrepentidos, intentando devolver al redil los que se hallen perdidos y no permitiendo que acciones negativas o malas actitudes empañen y alteren la tranquilidad de una Hermandad.
Para ello, el Pastor del rebaño debería ceñirse a esas Sagradas Lecturas que tanto habrá debido de estudiar y sabiendo elegir con talento a los ayudantes que lo rodeen aunando los criterios de actuación sea cual sea la oveja descarriada o que solicite ayuda, manteniendo con ello una conducta imparcial y ecuánime, ya sea la solicitada por el cordero con el esquilón al cuello ganador del concurso o el que por haber nacido cojo o con peor morfología no lo pueda presentar a concurso siendo menos importante.
No se puede, o mejor expresado, no se debe permitir unos actos de cultos externos prolongados por una semana a quien todo lo tiene, y a su vez impedir un Rosario de la Aurora a la Titular de un barrio donde la exclusión social oprime a muchos de los vecinos del mismo.
No se debe transmitir continuamente la falta de caridad en favor del Fondo Diocesano cuando no se valora en toda su magnitud los innumerables esfuerzos de pequeñas Hermandades que dan a los necesitados "nuestro pan de cada día" y sufragan las acuciantes dificultades de hermanos y feligreses a lo largo de todo el año.
No se debe entrar en la fiscalización de los ingresos de las Corporaciones, obligadas a verse sometidas por los dictámenes de la hacienda pública y el Arzobispado, obviando la llegada de denuncias de distracciones de montantes económicos, y en vez de tomar cartas en el asunto, una y otra vez se vuelve la mirada hacia otro lado, incitando a que se pueda hacer costumbre este tipo de actos.
No se debe destituir a una Junta de Gobierno en bloque por prescindir de un capataz, y en circunstancias similares no interesarse ni siquiera porqué se prescinden de otros apellidos del martillo debidamente contrastados que lo han dado todo por su Hermandad.
No se deben obviar denuncias por falsedad en los censos aprobados por la propia Autoridad Eclesiástica para certificar la veracidad y la transparencia de los Cabildos de Elecciones, expulsando como hermano de la Corporación a quien solicita la ayuda necesaria para garantizar sus derechos siendo eliminado sin piedad por persistir en el empeño de sus probadas protestas.
No se deberían permitir la disparidad de criterios a la hora de juzgar un caso de iguales características haciendo valer tan solo la importancia de un mayor número de galones, o en este caso, por el derecho de portar bonete y sotana.
Como anteriormente ya mencionamos en esta reflexión, los cofrades somos imperfectos, tenemos nuestras deficiencias y precariedades que hacen que lleguemos a mantener discrepancias entre nosotros, y para eso, también necesitamos a nuestros pastores aconsejándonos y protegiéndonos para que lo mismo que solo hay una palabra de Dios, exactamente igual, solo exista un criterio para todo el mundo,
Siguiendo las enseñanzas de la Doctrina Cristiana y del sentido común, procurando no discriminar al cordero tullido del cordero premiado y con una base de caridad tolerante, seguramente nosotros, los cofrades imperfectos aumentaríamos la confianza en los pastores que nos dirigen.
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