martes, 28 de mayo de 2024

PÉTALOS NEGROS EN EL CALLEJÓN SÁNCHEZ DE CASTRO

En el mes de la Virgen tenía que ser. No podía ser en otro en el que, uno de sus hijos nacidos en las humildes cunas del Callejón Sánchez de Castro y que, durante más de tres décadas, fueron la solidez de sus pasos, los que marcaron el divino compás que el Señor de la Salud fue derrochando a través de tantas y tantas madrugadas de canela y clavo como él pudo vivir.

Nuestro Pablo, un gladiador de la arpillera desde la génesis de la cuadrilla con los temples más flamencos, regaló su impronta bajo la trabajadera, inculcando generoso, entre las nuevas generaciones de costaleros del Señor, los tres pilares fundamentales que siempre, según su propio credo costalero, habrá de necesitar un aspirante para participar del gran honor de estar incluido en esos benditos cuadrantes. Estos serían:

La obediencia ciega y muda a la orden de una voz.
La solidaridad incuestionable ante el esfuerzo entre compañeros de cuadrilla.
Y el amor incondicional a tus Sagrados Titulares.

Todo lo demás se puede aprender, todo lo demás se puede ensayar, pero las tres reglas fundamentales antes expresadas, esas, hay que traerlas aprendidas de casa.

En esta ocasión, las "burras atascas" de sus múltiples arrechuchos de salud, han conseguido que los zancos de su vida se posasen para siempre.

El silencio de esa "lengua pegada al palo" que siempre llevó con orgullo de hombre de bien, la hizo gritar por primera vez desde los silencios de sus entrañas, rogándole a su Cristo Gitano, con los ojos bajos y la sequedad del timbre de su voz:  "Maestro, esta es la última chicotá.... !!! ahí queó ¡¡¡."

Despojado de su costal de arpillera y lienzo negro como el cielo de su madrugada, dejó entrever unos rizos que fueron endrinos en su juventud, y que ahora, se erizan como el blanco de las arenas de las marismas cuando son peinadas por los vientos de poniente.

Igual que él esperó más de treinta años hasta que dobló su faja y su costal para depositarla en el altillo de la memoria, su batita de las Angustias lo estará esperando en los dinteles de la Gloria porque, de ahora en adelante, ya no tendrá que separarse de su mano eterna.

Pablo González Gómez, un sevillano de bien, un costalero de leyenda y un hermano de Los Gitanos con la cadencia, el "ange" y la gallardía que infunden las almas de los hombres paridos entre los viejos adoquines, tejas y encaladas paredes del humilde Callejón Sánchez de Castro.

Descansa en paz hermano, siempre serás referente de todo el que tenga el orgullo de poder llamarse "COSTALERO DE LA HERMANDAD DE LOS GITANOS"

3 comentarios:

  1. Quería a su hermandad por encima de todo un gran costalero mejor hermano y como persona todo corazón

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  2. Amen. D. E. P. amigo mio

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