domingo, 22 de octubre de 2023

LA JUVENTUD DE SUS OCHENTA AÑOS

Nuevamente huérfanos, de nuevo desorientados por otro revés asestado en la vida de nuestra Corporación, otro de los cabales, de los de la casa, de los de siempre, se nos ha marchado a disfrutar del verdadero rostro de su fe.

Juan Manuel Jiménez Naranjo no necesita presentación en estas páginas, ya que esto se edita humildemente para los hermanos y devotos de la Hermandad de Los Gitanos y, en estos espacios, no tiene necesidad de entregar currículum alguno, ya que este, lo ha ido plasmando con su trabajo, la fe incondicional a sus Sagrados Titulares y el cariño por sus hermanos durante toda su vida.

Nos ha dejado con la impronta que proyectaba. Con la contundencia de su paso firme, con intensidad de su carácter diligente y con su pertinaz exigencia hacia la vida que siempre desafiaba, con una mirada fija en el horizonte de las soluciones factibles que en todo momento intentaba ofrecer, cuando sus responsabilidades de oficial de Junta se lo demandaban, o desde la singularidad  de simple hermano de número, continuamente implicado en el día a día de su Hermandad.

El derecho de propiedad del título de hermano de Los Gitanos con el que orgulloso se le llenaba la boca, se anteponía al de ser un gitano cabal de cuerpo entero, que nunca tuvo la necesidad de enarbolar ante los demás la pureza de la sangre de faraones que rebosaba por sus venas.

Su impronta siempre proyectó un canal de sus casi ochenta años de su juventud ininterrumpida, tan solo disfrazada por unas cansadas piernas sobrepasadas por todos esos pasos que fue dando por la vida.

Su capa desplegada al viento y su amplia zancada entre noctámbulas filas de devotos corazones blancos y morados, quedaron eternamente filmados para la posteridad en el NO&DO cofrade de las vidas de todos esos jóvenes que soñábamos, algún día, poder tener participación en los compases del tiempo y de los espacios de la eterna madrugada de nuestra bendita ciudad, manejándolos con la misma destreza y seguridad que nuestro Diputado Mayor, Juan Jiménez llegó a negociarlos año tras año.

Ahora que su alma ha viajado diligente hasta comparecer ante los verdaderos rostros de sus amados Titulares, se postrará ante ellos, con esa imperecedera juventud de sus casi ochenta años que siempre se negó a abandonar en este mundo, y dado que las almas de los elegidos nunca presentarán arrugas, en la Carrera Oficial de de la Gloria se fotografiará, igual que nuestra retina retrata la trasera de un paso de palio marchándose por una calle, una blanca y esbelta capa desplegada por el viento, caminando entre túnicas nacaradas y antifaces morados para aproximarse a la Cruz de Guía donde pedir la bendita venia del palquillo de los Cielos.

Descansa en paz hermano Juan y acuérdate de pedir a los dueños de nuestros corazones que siempre nos miren con misericordia.

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