Levantemos los ánimos, no estemos tristes e intentemos dejar a un lado la debilidad de nuestra frágil condición humana.
Ayer, festividad de la Virgen del Carmen, el supremo capataz de la Gloria hizo sonar tres veces el martillo del paso de los Cielos antes de llamar a un costalero que presto, esperaba su orden bajo los faldones terrenales.
Su voz sonó a bronce de antiguas Cavas, a calor de viejas fraguas, a frescor de agua reposada en las entrañas de lozas alfareras.
Su eco a esquinas viejas de "madrugás" entre los adoquines de la Puerta Osario, a latir de rampa de vetustas maderas en San Román o a brisas jugueteando entre las espadañas de sus torres.
- ¡"Membri"!
- Dime Maestro
- Esta "levantá" va por ti y por los tuyos. Por ser un peón único en todas las facetas de tu vida, por ser un hijo singular, por ser un esposo amable y un padre excelente, por querer a tus amigos como si se tratase de tu propia familia, por fajarte en la pelea cuando los kilos de la enfermedad te han apretado, por la inconfundible dulzura de tu sonrisa semejante al sutil movimiento de los vuelos de una túnica morada rompiendo la "Madrugá" en las cercanías de los lindes de un palquillo. Por ti y por "to" tu casta que seguro que será la bendita astilla que de un bendito troco como el tuyo se desprendió para conservar la huella de tu legado y de tu esencia permanente en este mundo.